Esta historia es demasiado buena como para no contarla
Publicado: 02 May 2007, 16:08
Hay tanto carajo prepotente y mal educado que va por la vida seguro de su impunidad. Aquí hay una hilarante receta acerca de cómo sacarle la cresta.
Algunos años atrás necesitaba llamar a una amiga e intenté marcar el número de memoria. Un hombre respondió cortésmente diciendo, "Aló". Con tranquilidad y educación le dije, "Buenas tardes, mi nombre es Alejandro, ¿podría hablar con Lorena Carter, por favor?" Solamente oí un trastazo del teléfono cerrándose en mi oreja. No podía creer que alguien con voz tan fina pudiera ser tan roto. Verifiqué el número de Lorena para llamarla. Me di cuenta que había traspuesto los dos últimos dígitos.
Después de colgar la llamada con Lorena, volví a marcar a propósito el número equivocado. Me respondió el mismo tipo. Le grité: "¡Usted es un huevón-de-mierda"! y le colgué. En una tarjetita anoté el número y la palabra "huevón-de-mierda". La puse en el cajón de mi escritorio. Cada dos semanas, al estar pagando cuentas, enojado con mis clientes o después de un día malo en el trabajo, lo llamaba. El tipo respondía y yo le gritaba: "Huevón-de-mierdaaaa"! y le colgaba. Esto siempre me arreglaba
el día.
Pero me entró una preocupación. Ese año la compañía de teléfonos introdujo el sistema de identificación de llamadas. Desilusionado, pensé que tendría que dejar de llamar al "huevón-de-mierda". Pero se me
ocurrió otra idea. Desde un teléfono público lo llamé, por si acaso. Adulterando la voz le dije: "Señor, soy de la oficina de ventas de la compañía de teléfonos. ¿Está familiarizado con el sistema de identificación de llamadas?" El tipo respondió "No tengo idea". Colgué inmediatamente. Agarré mi celular y lo volví a llamar para insultarlo: "Eso es porque usted es un huevón-de-mierda". Y colgué. Quée feliz me puse.
Sigan leyendo. Esto se pone bueno…
.
Una señora viejita estaba demorándose en sacar su auto del estacionamiento en el centro comercial. Yo estaba esperando por el espacio para estacionarme. Cuando la señora por fin se marchaba, un Camaro negro que venía en dirección contraria se metió en el espacio cruzándose delante de mí. Le di un bocinazo y le grité: "Eso no se hace gallo roto, yo estaba esperando ese puesto hace rato". Ni mi infló. El tipo se bajó haciéndose el sordo y entró al centro comercial. Pensé en la gran cantidad de huevones-de-mierda que hay en este mundo. Noté que el tarado tenía un letrero "Se vende" en su automóvil. Le anoté el número de teléfono. Me fui a estacionar lejos. Una semana más tarde, en un día de esos pésimos que suele uno tener, hice mi llamada usual al "huevón-de-mierda", pero no me contestó. Entonces me acordé del huevón del Camaro, y lo llamé también.
Este sí contestó rápido: "¿Diga?" Yo dije:
"¿Usted tiene a la venta un Camaro negro?"
- Sí.
- ¿Me puede decir adónde puedo ir a ver el automóvil?
- Sí. Vivo en la calle Carmen número 415. Es una casa amarilla y el Camaro está estacionado al frente.
- Gracias. ¿Como se llama usted?
- Daniel Hansen
- ¿A qué hora usted llega por ahí, Daniel?
- Estoy en casa todas las tardes después de las 6
- Óigame, Daniel, ¿le puedo contar algo?"
- ¡Seguro!
- Usted es un Huevón-de-mierda!!" Y le reventé el teléfono en el oído.
Cuando colgué, agregué el numero del huevón del Camaro a la clave de "Speed Dial" . Ya tenía dos huevones-de-mierda para descargarme cuando hubiera días con problemas. Las cosas marchaban mejor. Por esa época me empezó a ir muy bien. Tenía buenos ingresos. Vendía y ganaba mucho. Pasaba frente a la casa del huevón del Camaro. Ahí estaba el pobre huevón-de-mierda sin poder vender
el Camaro. Ya no disfrutaba tanto el llamar para insultarlos y colgarles. Además, mucha gente empezó a instalar el aparatito de identificación de llamadas. Así, le di al asunto un corte definitivo. Absoluto.
Eran la 6 de la tarde. Primero llamé al "huevón-de-mierda #1". El hombre con su voz educada de siempre dijo "¿Aló?". Esta vez hablé con calma: "¿Como estás, huevón-de-mierda?" y me quedé esperando sin colgarle.
El huevón-de-mierda dijo: "¿Está usted ahí?" Yo dije : "Sí"
El me gritó exasperado: "¡Mire, deje de llamarme!" Yo respondí: NO!
Me preguntó: "¿Cuál es tu nombre, desgraciado?"
Le contesté: "Daniel Hansen, vivo en la calle Carmen, número 415. Es una casa amarilla y tengo un Camaro negro con un letrero "Se vende" parqueado al frente"
- "Voy saliendo en mi camioneta para tu casa ahora mismo, Daniel. Te voy a sacar la cresta. Soy boxeador"
- "Oh, ¿sí? Tremendo cuco. estoy temblando, huevón-de-mierda!" y colgué. Llamé en seguida al "huevón-de-mierda #2". "¿Diga?" Le dije "Hola, huevón-de-mierda!" y esperé.
- .Si algún día te descubro loco de..!
- ¿Para qué quieres encontrarme huevón-de-mierda?
- Pa' sacarte la cresta, imbécil!
- No tienes que esperar más huevón-de-mierda, voy enseguida para tu casa en mi camioneta.
Y colgué. Después, llamé a Carabineros: "Por favor, manden los pacos. Mis vecinos homosexuales del número 415 de la calle Carmen se van a matar a golpes en cualquier momento. Uno pilló al otro con otro hombre. Hacen cada escándalo cuando pelean!"
Y colgué. Llamé al Canal 13 TV con la misma historia.
Me subí a mi auto y fui hasta calle Carmen para ver el glorioso espectáculo. Estuvo tremendo. Emocionante. Dos "huevones-de-mierda" sacándose la cresta, por las puras huevas, frente a cuatro radio patrullas y el helicóptero del Canal 13. Hasta lo tengo en el video. Ahora cuando estoy deprimido me basta con ver el video y me desternillo de la risa. Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida!
Algunos años atrás necesitaba llamar a una amiga e intenté marcar el número de memoria. Un hombre respondió cortésmente diciendo, "Aló". Con tranquilidad y educación le dije, "Buenas tardes, mi nombre es Alejandro, ¿podría hablar con Lorena Carter, por favor?" Solamente oí un trastazo del teléfono cerrándose en mi oreja. No podía creer que alguien con voz tan fina pudiera ser tan roto. Verifiqué el número de Lorena para llamarla. Me di cuenta que había traspuesto los dos últimos dígitos.
Después de colgar la llamada con Lorena, volví a marcar a propósito el número equivocado. Me respondió el mismo tipo. Le grité: "¡Usted es un huevón-de-mierda"! y le colgué. En una tarjetita anoté el número y la palabra "huevón-de-mierda". La puse en el cajón de mi escritorio. Cada dos semanas, al estar pagando cuentas, enojado con mis clientes o después de un día malo en el trabajo, lo llamaba. El tipo respondía y yo le gritaba: "Huevón-de-mierdaaaa"! y le colgaba. Esto siempre me arreglaba
el día.
Pero me entró una preocupación. Ese año la compañía de teléfonos introdujo el sistema de identificación de llamadas. Desilusionado, pensé que tendría que dejar de llamar al "huevón-de-mierda". Pero se me
ocurrió otra idea. Desde un teléfono público lo llamé, por si acaso. Adulterando la voz le dije: "Señor, soy de la oficina de ventas de la compañía de teléfonos. ¿Está familiarizado con el sistema de identificación de llamadas?" El tipo respondió "No tengo idea". Colgué inmediatamente. Agarré mi celular y lo volví a llamar para insultarlo: "Eso es porque usted es un huevón-de-mierda". Y colgué. Quée feliz me puse.
Sigan leyendo. Esto se pone bueno…
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Una señora viejita estaba demorándose en sacar su auto del estacionamiento en el centro comercial. Yo estaba esperando por el espacio para estacionarme. Cuando la señora por fin se marchaba, un Camaro negro que venía en dirección contraria se metió en el espacio cruzándose delante de mí. Le di un bocinazo y le grité: "Eso no se hace gallo roto, yo estaba esperando ese puesto hace rato". Ni mi infló. El tipo se bajó haciéndose el sordo y entró al centro comercial. Pensé en la gran cantidad de huevones-de-mierda que hay en este mundo. Noté que el tarado tenía un letrero "Se vende" en su automóvil. Le anoté el número de teléfono. Me fui a estacionar lejos. Una semana más tarde, en un día de esos pésimos que suele uno tener, hice mi llamada usual al "huevón-de-mierda", pero no me contestó. Entonces me acordé del huevón del Camaro, y lo llamé también.
Este sí contestó rápido: "¿Diga?" Yo dije:
"¿Usted tiene a la venta un Camaro negro?"
- Sí.
- ¿Me puede decir adónde puedo ir a ver el automóvil?
- Sí. Vivo en la calle Carmen número 415. Es una casa amarilla y el Camaro está estacionado al frente.
- Gracias. ¿Como se llama usted?
- Daniel Hansen
- ¿A qué hora usted llega por ahí, Daniel?
- Estoy en casa todas las tardes después de las 6
- Óigame, Daniel, ¿le puedo contar algo?"
- ¡Seguro!
- Usted es un Huevón-de-mierda!!" Y le reventé el teléfono en el oído.
Cuando colgué, agregué el numero del huevón del Camaro a la clave de "Speed Dial" . Ya tenía dos huevones-de-mierda para descargarme cuando hubiera días con problemas. Las cosas marchaban mejor. Por esa época me empezó a ir muy bien. Tenía buenos ingresos. Vendía y ganaba mucho. Pasaba frente a la casa del huevón del Camaro. Ahí estaba el pobre huevón-de-mierda sin poder vender
el Camaro. Ya no disfrutaba tanto el llamar para insultarlos y colgarles. Además, mucha gente empezó a instalar el aparatito de identificación de llamadas. Así, le di al asunto un corte definitivo. Absoluto.
Eran la 6 de la tarde. Primero llamé al "huevón-de-mierda #1". El hombre con su voz educada de siempre dijo "¿Aló?". Esta vez hablé con calma: "¿Como estás, huevón-de-mierda?" y me quedé esperando sin colgarle.
El huevón-de-mierda dijo: "¿Está usted ahí?" Yo dije : "Sí"
El me gritó exasperado: "¡Mire, deje de llamarme!" Yo respondí: NO!
Me preguntó: "¿Cuál es tu nombre, desgraciado?"
Le contesté: "Daniel Hansen, vivo en la calle Carmen, número 415. Es una casa amarilla y tengo un Camaro negro con un letrero "Se vende" parqueado al frente"
- "Voy saliendo en mi camioneta para tu casa ahora mismo, Daniel. Te voy a sacar la cresta. Soy boxeador"
- "Oh, ¿sí? Tremendo cuco. estoy temblando, huevón-de-mierda!" y colgué. Llamé en seguida al "huevón-de-mierda #2". "¿Diga?" Le dije "Hola, huevón-de-mierda!" y esperé.
- .Si algún día te descubro loco de..!
- ¿Para qué quieres encontrarme huevón-de-mierda?
- Pa' sacarte la cresta, imbécil!
- No tienes que esperar más huevón-de-mierda, voy enseguida para tu casa en mi camioneta.
Y colgué. Después, llamé a Carabineros: "Por favor, manden los pacos. Mis vecinos homosexuales del número 415 de la calle Carmen se van a matar a golpes en cualquier momento. Uno pilló al otro con otro hombre. Hacen cada escándalo cuando pelean!"
Y colgué. Llamé al Canal 13 TV con la misma historia.
Me subí a mi auto y fui hasta calle Carmen para ver el glorioso espectáculo. Estuvo tremendo. Emocionante. Dos "huevones-de-mierda" sacándose la cresta, por las puras huevas, frente a cuatro radio patrullas y el helicóptero del Canal 13. Hasta lo tengo en el video. Ahora cuando estoy deprimido me basta con ver el video y me desternillo de la risa. Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida!